El nueve de septiembre del noventaisiete aterrizamos en el aeropuerto de Sana ´a once personas que pareciamos estar fuera de contexto era como si nadie nos esperara, los yemenitas nos miraban de arriba a abajo, nos revisaron los equipajes y nos hicieron rellenar un montón de papeles.
Después de un rato apareció un hombre de mediana edad hablando mitad inglés mitad árabe nos recogió los billetes de avión y nos rompió los visados tirándolos al suelo, nos asombramos ya que nos había costado once mil pesetas aquél papelito y nos habían dicho que era muy importante.
Pasamos el control y esperamos con las maletas en el suelo a que alguien apareciera y se ocupara de nosotros, los yemenitas nos rodeaban, nos miraban y se reían sobre todo con las mujeres, éramos los únicos extranjeros. Todo quedó en silencio y de repente comenzó a sonar una música trompetera muy bailona que por supuesto no era típica del país. Comenzamos a reirnos.
Entonces...apareció Mansour un muchacho de treinta años que más bien parecía cubano que yemenita, dijo que era nuestro guía. Salimos fuera para repartirnos en taxis y aquello era una avalancha de gente y discusiones; los taxistas se peleaban entre ellos por llevarnos, al final nos repartimos de cuatro en cuatro y nos tocó en el último con el guía.
Le pregunté si iba a estar con nosotros todo el circuito....me contestó que sí pero que más adelante hablaría para todos para no repetirse.
بيكتوريا